"Para volar hay que primero alzarse sobre sus propios pies.
No vuela ninguno que primero no esté de pie."

F. Nietzsche

lunes, 22 de septiembre de 2014

Mi parte Oscura: Encuentro con la Sombra

Negra Sombra

Cando penso que te fuches,
negra sombra que me asombras,
ó pé dos meus cabezales
tornas facéndome mofa.

Cando maxino que es ida,
no mesmo sol te me amostras,
i eres a estrela que brila
i eres o vento que zoa.

Si cantan, es ti que cantas,
si choran, es ti que choras,
i es o marmurio do río
i es a noite i es a aurora.

En todo estás e ti es todo,
pra min i en min mesma moras,
nin me abandonarás ti nunca,
sombra que sempre me asombras.

Rosalía de Castro




Acercarse a la Sombra siempre entraña un riesgo. Como todo en la vida, a mayor riesgo, mayor ganancia. Y la ganancia de acercarse a la Sombra es grande: nada menos que conocer tu otra mitad, esa que se oculta.

Así que si la ganancia es grande, el riesgo también lo es. ¿Y qué riesgo puede suponer acercarse a algo que forma parte de mí? La conciencia, el conocimiento, la responsabilidad.

La Sombra está formada por todo aquello que niego de mí, por todo lo que no quiero ver de mí mismo, tanto lo que reprimo de manera más o menos consciente, como lo que está guardado bajo tantas capas que ni siquiera me doy cuenta que está ahí.

Para cada uno, la Sombra supone algo diferente, aunque siempre suele haber cosas comunes, rechazadas por el ámbito social y cultural en el que vivimos. Por una parte, rechazo de mí lo que creo rechazable por los demás, aquello que si muestro, me van a decir "No", como tantas veces me han dicho. Por otra, rechazo de mí lo que ni yo mismo puedo sostener que exista en mi persona. Lo instintivo, la respuesta visceral y animal. La rabia y su expresión. El dolor y el abismo. El deseo. La sensualidad. Mi lado tierno. Mi lado femenino o masculino. La locura. El disfrute sin juicios de lo bueno que me da la vida. El juicio sumario, la crítica. El miedo paralizador.


Cada uno va componiendo su Sombra a medida que va creciendo y aprendiendo del entorno lo que es "bueno" y lo que es "malo", y a cada cosa que vamos añadiendo el adjetivo de "malo", la vamos metiendo en el saco oscuro que acaba conformando mi Sombra. Para unos mostrar su parte miedosa será inaprensible. Para otros, su sensibilidad y ternura. Para otros, mostrar su deseo o su capacidad de disfrute. Para mí una de las partes más dificultosas supone mostrar mi rabia, mi enfado. Mostrarla, llegarla a sentir, incluso, me produce de inmediato una parálisis, una dificultad para asumir esta sensación y para actuarla. Me conecta con un punto de vulnerabilidad extrema. A esto va unido el juicio: "si me cabreo contigo soy una mala persona". Esto es algo que supone demasiado para mí, no lo puedo asumir, y por tanto lo reprimo.

El juicio aquí supone un acto retroflexivo de represión: "esto no lo puedo enseñar... es malo... qué van a pensar de mí... si lo hago soy una mala persona..." Y, como siempre que reprimo algo que es espontáneo y natural, me hago daño. Conocer mi Sombra supone conocerme mejor, ver la parte que siempre llevo conmigo y que pocas veces quiero o me permito ver o, si llego a intuirla, me niego a mostrar.

Todos queremos ser buenos (¿todos?), aceptados, queridos. Mostrar la parte oscura supone aceptar el riesgo de que al otro no le gustes, te rechace, se vaya. Si para mí es muy importante lo que pienses tú de mí, que no te vayas de mi lado, haré todo lo que esté en mi mano para que esto no ocurra. Si entiendo que hay algo en mí que no te gusta, lo escondo. A medida que puedo aceptarme un poco más, puedo estar conmigo mismo un poco más, y entonces, ya no dependo tanto de tu opinión y tu aceptación, y puedo mostrar aquello que necesite mostrar.

Hablamos de necesidad, esto es, aquello que es necesario para vivir. Y esto, por supuesto, puede ser algo doloroso o placentero. No se trata de ser buenos o malos. Se trata de ser más libres, completos.

Mostrarme, enseñar al mundo aquello que ni yo mismo quiero ver de mí, es por supuesto un acto reparador e integrador, sobre todo si lo hago con conciencia. Conociendo mi lado tenebroso comienzo a admitirlo y, por paradójico que parezca, a descubrir que no es tan malo. Esto amplía mi universo, mi capacidad de ver, vivir y estar en el mundo. Ya no tengo en mi mano unas cuantas respuestas aprendidas para relacionarme. Ahora he crecido, tengo un abanico mayor. No sólo te tengo que responder con mi sonrisa, aunque sea forzada. Ahora también te puedo fruncir el ceño y volverte la espalda. Ahora me puedo dar permiso. Esto es lo que yo entiendo que Fritz Perls quiere decir cuando afirma que todos somos 50% hijos de Dios y 50% hijos de puta. Todos tenemos Sombra, todos tenemos una parte que no nos gusta de nosotros mismos y que evitamos mostrar y hasta sentir. Sólo conociéndola, poniendo luz a las sombras, podremos llegar a integrarla y ser seres completos.

Así, conocer mi Sombra implica conocerme un poco más, conocer la parte desagradable y ardua de mí mismo. Y conocer esto, tener conciencia de cómo es mi parte "oscura", implica no poder volver a estar ciego (salvo que realice una labor titánica de desconexión), no poder volver a olvidarme de que esto, que no me gusta, también soy yo. Entonces, me puedo hacer responsable de mí, de lo que quiero. Es un acto de crecimiento.

Como dice C.G. Jung, uno de los grandes maestros en el trabajo sobre la Sombra y el inconsciente: "Lo que niegas te somete. Lo que aceptas te transforma."

Conectar con mi Sombra, conocerla, darle permiso para mostrarse, supone conectar con mi parte instintiva, con mi intuición y con mi inconsciente, con una parte desconocida y por tanto peligrosa. Todos sabemos que los fantasmas nos asustan, nos dan miedo, mejor no verlos. Y la Sombra supone un fantasma grande. Claro que ver al fantasma, ponerle nombre, acotarlo y expresarlo, le quita poder, lo hace más pequeño y, poco a poco, asumible. La Sombra ya no es tan grande y tenebrosa, ya no me inunda en un abismo de terror, ahora puedo caminar a su lado.

Este artículo nace de la inspiración en el artículo "La punta del iceberg", de mi amiga y colega Rosi Fernández Cuiñas, y en el trabajo que sobre la Sombra estamos realizando en los talleres de Teatro Emocional.





4 comentarios:

  1. ¡Fabuloso! Acabo de ver anunciada su obra de teatro emocional de Encuentro con la Sombra. Yo diseñé e imparto un curso-taller con el mismo nombre y temática, incluyendo contacto con la Sombra Luminosa. ¿Están en México, en España o en qué país? Mi correo: ninjagp@gmail.com ¡Muchas gracias!

    ResponderEliminar
  2. Hola Alejandro, y muchas gracias por tu comentario. Suena muy bien tu curso-taller. Lo que yo propongo no es una obra de teatro, sino un espacio donde investigar la propia sombra a través del teatro, aquí en Vigo (España). Un saludo y mucha suerte.

    ResponderEliminar
  3. Hola Ivan!! acabo de ver tu post, es de hace unos años, lo se....
    Soy Terapeuta Gestal, y estoy inventigando sobre la sombra y me ha llamado la atención el espacio que propones, aún sigues ofreciéndolo?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Elisabet,
      el trabajo con la sombra lo llevo integrando hace tiempo dentro de los talleres de Teatro Emocional, si quieres, podemos comentarlo en privado. Un saludo y gracias por pasarte por mi blog.

      Eliminar