"Para volar hay que primero alzarse sobre sus propios pies.
No vuela ninguno que primero no esté de pie."

F. Nietzsche

domingo, 28 de junio de 2020

El Orgullo


El orgullo es una pasión. Como todas las pasiones, el orgullo nos lleva a desconectar de nosotrxs mismxs. El orgullo, en concreto, nos lleva a desconectar de nuestra necesidad, en la falsa creencia de que somos tan abundantes, que no necesitamos nada. Nos convertimos, orgullosamente, en proveedorxs, en dadorxs de un (falso) amor sin límites.

El orgullo es una pasión. Según los primeros cristianos, dentro de la lista de los Pecados Capitales, el orgullo ocupaba el primer lugar. Por delante de la Ira, de la Pereza, de la Envidia o la Avaricia, de la Lujuria, de la Gula, está el Orgullo. El pecado más capital de todos los pecados. Nada menos. ¿Por qué, ésto así? Porque el orgullo supone una imagen tan engrandecida de unx mismx, que me lleva a ponerme por encima de Dios. En nombre del amor, adquiero un tamaño desmedido, hasta el punto de creer que puedo enmendar a la misma naturaleza, a la creación. Me creo, por orgullo, más grande que la vida.

Para mí, el pecado en el orgullo es la ceguera que lo acompaña. Como el resto de los pecados, cuando el orgullo se aposenta sobre nuestros hombros, lo tiñe todo de un mismo color. Puede que el color sea tan rosa, tan agradable, que no queramos ver la vida de otro color. Es, probablemente, uno de los pecados más seductores. ¿Qué hay de malo, en vivir la vida desde el amor? ¿En esta generosidad inmensa que me hace creer que puedo darte todo aquello que necesites, y aún más? Pero el caso es que nos perdemos el resto de colores del camino. Nos perdemos la vida. La ceguera supone enfocar nuestra vida en un sólo aspecto, y el del orgullo es el del AMOR. O, mejor dicho, el "falso amor".

¿Por qué, "falso amor"? Éste fue el nombre con que Óscar Ichazo, re-introductor de la sabiduría del eneagrama en Occidente tras la desaparición de Gurdjieff, se refirió a la fijación del carácter orgulloso. El orgullo basa su pasión en el amor, y en la creencia de que en su nombre, todo es posible. Pero en el fondo, se olvida de sí mismo. Te doy amor olvidándome de mi necesidad de amor, de mi carencia y de la herida que me acompaña. Te doy amor porque sé que es lo que más importa en esta vida y porque así tengo un sitio en el mundo. Te doy amor olvidándome de ti, de lo que necesites, que yo ya lo sé por ti. Te doy amor fagocitándote. Te doy amor porque tengo tal necesidad de amor, yo mismx, que me resulta imposible pedirlo, señalar mi mayor vulnerabilidad. Así, me quedo ciegx a mi necesidad de amor, y la compenso de manera compulsiva regalándolo por el mundo. Por eso es falso, este amor. Porque es utilitario, porque sirve al propósito de mantener engrandecido tu ego y ciega tu necesidad.

Según la Abuela Margarita, chamana mexicana de Tapalpa, pecado es todo aquello que haces cuando no lo quieres hacer. Es una traición a ti mismx. En el orgullo, nos traicionamos cegando nuestra necesidad, nuestra inseguridad, nuestra propia precariedad. Especialmente, nuestra sed de amor. Orgullosamente, vamos repartiendo amor por el mundo, cubriendo necesidades ajenas, dejando la nuestra permanentemente insatisfecha. ¿Qué mayor pecado podría haber?


El orgullo es una pasión, y la pasión, una inflamación. Se inflama el corazón, volviéndose más grande de su tamaño habitual. Engrandecido, mi corazón desconoce su necesidad. Engrandecido, mi corazón asume una posición de poder que acaba aplastando cualquier oposición. Eso sí, con una hermosa sonrisa en los labios, con un falso corazón en la mano. Engrandecido, mi corazón devora lo que le rodea, como la Reina de Corazones de Alicia en el país de las maravillas. Si te opones a mi reinado de (falso)amor, te corto la cabeza.


¿Cómo entender esta pasión, y así, trascenderla? Como sugieren Guillermo Borja o Claudio Naranjo: entrando de cabeza en su locura. Decía Guillermo Borja, "la locura lo cura", probablemente la frase más terapéutica que jamás se ha dicho (a la altura, quizás, de "todo está bien" y "todo es mentira"). Así, entrar en la locura que supone el orgullo es un camino hacia nuestra salud. ¿Cuál es esta locura? La locura del amor. Empezar, pues, a dar todo ese amor que derrochas por el mundo, en otro lugar. ¿Adivinas dónde?

Y así, comienza el camino de la compasión. No me cansaré de repetir la definición que aprendí del maestro Javier Ochaíta sobre qué es la compasión: "acompañar la pasión del otro" y de unx mismx, por supuesto. Es imposible acompañar a otrx si antes no te acompañas tú. Al mismo tiempo, en la generosidad que tiene la vida, acompañar la pasión de otro te ayuda a acompañar la propia. Desarrollar la compasión es desarrollar el verdadero amor, el amor por ti y por tu herida. Desarrollar la mirada amorosa hacia dentro.

El orgullo es una pasión y, como todas las pasiones, también tiene una cara amable. Es paradójico que un pecado centrado en la idea del amor, resulte algo tan nocivo y destructivo, al punto de llegarse a decir que el carácter orgulloso no tiene cura en psicoterapia. No creo que sea así. Quizás, coincidiendo con las palabras de Claudio Naranjo, la gran dificultad del orgullo sea darse cuenta de su patología y, por tanto, llegar a terapia. Pero, en sí, todos los pecados son igual de ciegos.

La cara amable del orgullo es el amor. Matizando, diría que es el Amor Propio, el amor que tienes por ti mismx, poniendo en valor toda tu grandeza, amando al tiempo toda tu pobreza. Estar orgullosx de ti, de ser quien eres y amar cómo eres. Valorar dónde estás, cómo has llegado aquí. Tu esfuerzo, tu camino. Empezar a quererte, slogan publicitario que se trasciende cuando empiezas a mirarte y a atenderte.

Tal día como hoy, en el Stonewall Inn de Nueva York, comenzó una revolución de amor. Comenzó con una revuelta, con pelea, ira y frustración, nacida del "ya basta", de la represión y del acoso y abuso continuo que la comunidad LGTBI venía sufriendo de la policía de la ciudad. Fue la revolución de los marginados más allá de los marginados, de los olvidados, de los tachados. A partir de ahí, su movimiento ha sido constante e imparable, como cualquier reivindicación de derechos, ya que los derechos humanos son inalienables, por mucho que otros colectivos los quieran aplastar, dominar, politizar o mercantilizar.




El primer "Orgullo" fue una revuelta, se dice. Y lo sigue siendo. Una revuelta de amor hacia dentro, un "ahora me quiero yo", ya que el mundo parece que no te quiere (y quizás, ni sea necesario que te quiera). Lo importante es que ya te quieres tú. Y que de tu amor propio nace el amor universal, la compasión que redime todos los pecados. El "verdadero amor".





Curioso que la reivindicación del amor diverso (que no es otra cosa que la reivindicación del amor propio, personal, de cómo TÚ entiendes el amor desde tu individualidad), se llame Orgullo. ¿De qué se podría estar más orgullosx que de ser como unx es?



Y tú, ¿de qué estás orgullosx?

lunes, 1 de junio de 2020

El Camino de los Sueños



¿Cuál es la frontera entre la realidad y el sueño? ¿Entre estar despierto y soñar? El cerebro, mientras sueña, no distingue entre ficción y realidad. Quizás sea ésta la más bella metáfora de lo importante que son los sueños para nuestras vidas: que nuestro cerebro los cree reales.

Hoy comienza su camino hacia la Tierra de los Sueños el Maestro Pedro de Casso. Toda una referencia en el campo de la terapia, de la terapia gestalt. Se van los grandes. Me gustaría que estas letras sirvan de emocionado homenaje al que tuve por Maestro y que, en su momento, me acompañó también en el Camino de los Sueños.

En la terapia gestalt, los sueños se trabajan sin interpretaciones. Son un camino directo hacia el inconsciente y, por lo tanto, una experiencia única e individual. No quiere esto decir que nos desentendamos del lenguaje simbólico o incluso premonitorio, sino que se atienden los sueños como una experiencia preciosa para ahondar en el camino personal. Se entiende que todo aquello que aparece en nuestro sueño forma parte de nosotrxs. Esto es: cualquier elemento (personas, animales, objetos...) que aparezca en el sueño, es un reflejo de nosotrxs mismxs y lo que nos pasa en nuestro momento actual. Me parece, por cierto, algo imprescindible, si queremos recuperar todo aquello que escindimos de nuestra personalidad. Nada mejor para apreciar lo que no queremos ver o reconocer, que observarlo como algo ajeno en un sueño, y caminar hasta reapropiarte de ello.

Trabajamos los sueños, además, en momento presente. Aquí y ahora. Es importante para hacer consciente el mensaje que nos trae el sueño, el actualizarlo, y no vivirlo como algo ya pasado. Lo pasado ya no está vivo, y el sueño (especialmente si se repite en el tiempo) sí lo está. Es tu mente, que te llama desde el inconsciente. Por eso importa la narración en presente. Lo volvemos a vivir, lo actuamos y, entonces, podemos entender.


Desde mi propia experiencia, comenzar a caminar por el mundo de los sueños es como hacerlo por el Valle de las Sombras. En cierto sentido, parece una experiencia irreal, que va ganando realidad en la medida en que vives cada uno de los elementos del sueño. En cierto sentido, es como tocar con las partes muertas que tengo y que llevo conmigo, sin darme ni cuenta. Es, por supuesto, entrar en el terreno de la Sombra, ya que se trata de iluminar todo aquello que escondemos incluso de nosotrxs mismxs. Let light shine out darkness, decía Pablo de Tarso en su epístola a los Corintios. La luz que ilumina nuestra oscuridad es la luz de la conciencia. Y así, nuestro ser se completa.

Quizás os preguntéis por qué tanto hablar de sueños, en este homenaje a Pedro de Casso. Así fue como conocí a este gran terapeuta, en un taller de formación de terapia gestalt, un taller dedicado a los sueños, y al que acudí preso del miedo.

Recuerdo que había pasado la noche anterior soñando. Mi recuerdo es que estuve toda la noche soñando el mismo sueño, de modo intermitente. Fue un sueño angustioso, por supuesto, y me desperté agotado. En el sueño, yo estaba en un taller de formación como terapeuta (mi sensación es que, durante la noche, el sueño había durado todo el taller) y a él asistían también mis padres. Fue todo un proceso, duro y extenuante, pero al que no alcanzaba a poner significado concreto. Sólo sentía dolor.

Como digo, coincidía que teníamos taller de sueños con Pedro de Casso y, obviamente, me ofrecí voluntario para trabajar este sueño. No diré aquí cómo fue el proceso, pero sí que, como el sueño, fue largo y extenuante, y en él pude reconocer mis rémoras. Fue el primer momento en que me di cuenta de cómo me parasito a mí mismo. De cómo, como diría mi profesor Dani Salgado, un hombre se roba a sí mismo la energía, para así tener la excusa perfecta de no actuar.

Como siempre en gestalt, la salida es a través del pozo, siempre por abajo. Es el regalo que nos ofrece la experiencia dolorosa: su salida es a través de la ternura. Así, tras poder entender y poner conciencia a mi proceso de auto-sabotaje, basado en un miedo tan irracional como auténtico a no tener nada mejor a que agarrarme (recuerda: el cerebro cree real lo que piensa), comenzó el proceso de liberación, donde sentí, quizás por primera vez en mucho tiempo, un primer aire de verdadera libertad.


La libertad no es otra cosa que la capacidad de elección. El poner conciencia en qué quiero o puedo elegir, dada una cierta circunstancia. Por eso es importante ver cómo me estoy impidiendo ser libre. Cuáles son los mecanismos que utilizo sin cuestionarme siquiera y que me hacen creer que no tengo otra posibilidad, otra elección, cayendo siempre en la misma piedra, una y otra vez.

Pedro de Casso me acompañó en ese primer sabor de libertad. Fue, también, el primer paso del niño eterno al hombre: un paso de madurez. Recuerdo lo imposible que me parecía su fuerza (física y emocional), contenida en un cuerpo tan enjuto. Pero ahí estaba, una fuerza que brotaba de la conexión consigo mismo, con el amor a su trabajo, con la compasión de acompañar los caminos de los demás.

Hoy Pedro camina ya por la senda de los sueños. Aquellos que alimentan a la Humanidad, para seguir en la vida, en la esperanza. Pedro fue, para mí, un Maestro en la Esperanza y en la Libertad.

Nos queda, a los que seguimos en esta senda, rendirle tributo a través de su ejemplo.


Buen viaje, Maestro.