Teatro Emocional
“No proponemos ideas fijas ni
mensajes cerrados.
Sólo procuramos que el espectador
sienta.
Y cuando alguien siente, comprende”.
Peter
Brook
Desde
la creación y consolidación del teatro como una de las grandes artes plásticas,
la gente dedicada al oficio, los autores, directores y esencialmente los
actores, han sentido la necesidad de perfeccionar una técnica que les permita acercarse emocionalmente al público.
La
necesidad obvia es la de transmitir mejor el mensaje de la obra representada a
la audiencia que los observa. Se trata, por supuesto, de una labor de
comunicación, con la dificultad añadida de que el intérprete “tiene que hacer
suyo” el mensaje que previamente ha escrito o diseñado otra persona.
El
actor, como vehículo representante, tiene por tanto dos grandes tareas ante si:
hacer suyo un personaje ajeno y hacer llegar al observador el mensaje de este
personaje. Su trabajo va, por tanto, por dos vías: una, interna, integrando lo
mejor posible las características de este personaje; y otra, externa,
representando lo que a este personaje le sucede.
Para
profundizar en ambas vías, la gente del teatro ha ido desarrollando a través de
la historia diversas formas de trabajo: ejercicios, dinámicas y maneras de
estar en la escena que han ido creando diferentes tradiciones y enfoques
profesionales. En este sentido, se han creado escuelas que atienden más al
trabajo “desde dentro”, desde el mundo emocional del actor (“método”
Stanislavsky, Actor’s Studio); otras que prefieren dar prioridad al trabajo
corporal como vía de entrada al personaje (Meyerhold, Grotowski, Eugenio Barba,
la commedia dell’arte); y otros
enfoques que trabajan más con lo externo (teatro de sombras, máscaras) o
incluso la incongruencia (teatro del absurdo). Todo para, de alguna manera,
llegar a conmover al público.
Todas
estas vías, por supuesto, contemplan el trabajo corporal y emocional del actor
como algo imprescindible para desarrollarse como profesional. Este
entrenamiento redunda en el desarrollo de la capacidad corporal y emocional del
actor como persona, más allá de la
profesión, y es de este matiz del que se han comenzado a nutrir cada vez más
diversas escuelas de crecimiento personal, para incluir el Teatro como
herramienta de trabajo de autoconocimiento.
En
este campo, destaca el trabajo del Living
Theatre de Julian Beck y Judith Malina; el psicodrama de Jacob Levy Moreno; la psicomagia de Alejandro Jodorovsky; o la dramatización gestáltica de Ramón Resino; todas ellas vías de
trabajo personal y liberador para el ser humano.
El Teatro, por tanto,
posee un cariz liberador e integrador fantástico. Nos permite conocer y
desarrollar las potencialidades de nuestro cuerpo gracias a los ejercicios de
consciencia corporal. Nos ayuda a bucear en nuestro mundo emocional gracias al
contacto intenso del drama. Nos da permiso para volar y desarrollar nuestra
fantasía, a la par que ejerce de fuerza integradora, posibilitando la
identificación con el otro gracias al trabajo con personajes que pueden ser
totalmente ajenos a nuestra forma de ver la vida. Además, y no menos
importante, el teatro posee la capacidad mágica
del ritual, la liberación interior a través de la representación, del gesto,
algo que bien puede servir de catarsis personal.
Teatro Emocional
Teatro Emocional
“No se le puede enseñar a nadie a
actuar, en realidad, sólo se le puede recordar que ya lo sabe hacer”.
Konstantin
Stanislavsky
Teatro Emocional
es una técnica de trabajo personal que posibilita la apertura de nuestro mundo
interno a través de ejercicios y técnicas tomados del teatro universal.
Se
trata de un proceso en forma de talleres-laboratorio (sea de manera continua,
sea en forma de monográficos), en el que quien participa puede llegar a
conocerse un poco mejor, trabajar la expresión corporal e investigar en su modo
de relacionarse consigo mismo (a través del contacto con las diversas
emociones) y con los demás.
Se
llama Teatro Emocional porque el
foco está puesto en las emociones humanas, y la vía de trabajo facilita el
contacto con las mismas. Para ello, el cuerpo estará muy presente, ya que es el
gran referente de la realidad que tenemos (lo que ocurre, ocurre ahora y ocurre
a través de nuestro cuerpo), a la par que es el sostén y vía de expresión de
las emociones (la rabia se refleja en las extremidades, cuello y mandíbula; el
miedo en la boca del estómago y la parte posterior de las rodillas, por
ejemplo). Así que un concienzudo trabajo de sensibilización corporal es necesario.
Sabemos
gracias a los estudios de Wilhelm Reich, Alexander Lowen y la bionergética que
el cuerpo se estructura desde niñxs y a través de las diversas fases de
crecimiento en lo que se ha dado en llamar la coraza muscular. Esto quiere decir que los bloqueos que vamos
integrando a medida que vamos creciendo, se mantienen gracias a bloqueos
físicos, alojados en la musculatura estriada y que vienen sirviendo a modo de
“contenedor”, evitando el contacto con aquello que decidimos bloquear,
probablemente porque en su momento era muy doloroso o sencillamente
inaprensible. Por tanto, trabajar el cuerpo, sensibilizarlo, nos sirve para
comenzar a tocar con dichos bloqueos y las dificultades que éstos contienen.
Por
supuesto, una persona bloqueada no es una persona libre, y se sirve más de
automatismos y respuestas mecánicas que de su propia espontaneidad y libertad
de elección. Ahí está en juego el deseo,
el “quiero” frente al “tengo que”.
Una
vez sensibilizado el cuerpo, ya tenemos el sostén necesario para el trabajo
emocional que se decida realizar.
Las emociones
¿Qué
es una emoción? Por definición, una emoción es una reacción psicofisiológica
que representa un modo de adaptación del ser humano ante un cierto estímulo.
Esto quiere decir que la emoción es un proceso tan mental como físico, es
decir, un proceso mente-cuerpo, holístico, en el que no existe separación
posible entre las partes implicadas.
Aunque
difieren según los autores que consultemos, las emociones básicas del ser
humano se suelen resumir en seis: la sorpresa, el asco, el miedo, la alegría, la
tristeza y la ira. Algunos autores suprimen el asco y la sorpresa, otros añaden el amor como una emoción separada, y
otros mencionan la importancia de la vergüenza.
Sea
como sea, en el trabajo de Teatro
Emocional nos referiremos a seis emociones tomadas como básicas no tanto
por su estatus como por su importancia social, tanto a la hora de la expresión
como de la represión de las mismas. Estas son: la rabia, el dolor, la ternura,
el miedo, la alegría y el erotismo.
Ternura
y Agresividad: el Impulso Vital
La
energía de vida, aquella por la cual estamos aquí y que vamos gastando y
reponiendo día a día, desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte, lleva el
nombre de Impulso Vital. Como tal, esta energía es indivisible y sirve de
soporte para todos los procesos vitales del ser humano.
Esta
energía está compuesta por dos sub-impulsos, como digo inseparables y
complementarios entre sí, aunque en este texto las estudiaremos de manera
separada.
·
El
Sub-Impulso Tierno
Es
la energía del contacto interno, de unx consigo mismx, con su necesidad y su
deseo y, por tanto, es una energía de carácter materno, por lo que de cuidado tiene para con unx. Cuanto mayor
contacto se tenga con el sub-impulso tierno, mayor capacidad tendrá la persona
para darse cuenta de cuál es su necesidad en cada momento y abrir así la
posibilidad de satisfacerla.
Un
sub-impulso tierno negado, bloqueado o puesto a la contra de su naturaleza hace
que el individuo tenga poca conciencia de cuales son sus necesidades más
inmediatas (de subsistencia: hambre, sed, frío…) y emocionales (qué siento o
necesito en este momento), dificultando así la posibilidad de satisfacción de
las mismas.
·
El
Sub-Impulso Agresivo
El
sub-impulso agresivo es la calidad energética del movimiento que me lleva a
satisfacer mi necesidad. Es, por tanto, una energía de interacción con el
medio, expresiva, hacia fuera. Si el sub-impulso tierno me lleva al contacto
interno, al contacto conmigo mismo, el sub-impulso agresivo me lleva al
contacto con lo externo, con el otro y con mi entorno, de manera que puedo
llegar a satisfacer la necesidad de que me dio cuenta el contacto tierno.
Se
trata, por tanto, de una energía de calidad paterna,
por todo lo que tiene que ver con el permiso que me doy para actuar en el
mundo. Una vez enteradx de mi necesidad, el sub-impulso agresivo sostiene la
posibilidad de satisfacción de la misma. Esto es, si gracias al sub-impulso
tierno me doy cuenta de que tengo sed, será gracias al sub-impulso agresivo que
me levantaré de mi sofá para ir a por un vaso de agua.
Un
sub-impulso agresivo puesto en contra de su dirección natural (la de la
satisfacción de mis necesidades, sean éstas cuales sean), dificultará cualquier
interacción con el medio, especialmente todas las que tengan que ver con el
movimiento de “ir hacia” algo, así como las de “tomar” algo del mundo para uno
mismo.
Se
trata, pues, de dos sub-impulsos imprescindibles para la vida. De la mayor o
menor capacidad de contacto que tengamos con ellos, dependerá la mayor o menor
capacidad que tendremos para vivir la vida de una manera más plena, más sana.
Atendiendo
a la calidad del contacto que presentan ambos sub-impulsos, podemos agrupar las
seis emociones que observaremos en Teatro
Emocional en dos grandes grupos: las Emociones de carácter tierno y las
Emociones de carácter agresivo.
·
Emociones
de carácter tierno
El
contacto tierno es un contacto interno, hacia dentro de uno mismo, y que tiene
que ver con todo lo que es de cuidado para el individuo, por tanto, las
emociones relacionadas con este sub-impulso serán la Ternura, el Dolor y el
Miedo.
Todas
estas emociones son de carácter introvertido: nos ponen en contacto con nuestro
universo interior y nos dan cuenta de nuestra necesidad.
·
Emociones
de carácter agresivo
El
contacto agresivo es una energía de carácter expresivo, que va de “dentro hacia
fuera”, interactuando con el medio que nos rodea. Atendiendo a esta cualidad,
las emociones relacionadas con el sub-impulso agresivo serán la Rabia y la
Alegría.
Todas
estas emociones están relacionadas con la capacidad de satisfacción de la
necesidad del individuo.
Queda,
de alguna manera, fuera de ambos grupos el Erotismo, que observaremos un poco
más adelante.
RABIA
Probablemente la
más evidente expresión del sub-impulso agresivo, la rabia es una emoción de
acción y movimiento. Se define como “el impulso que nos lleva a confrontar la
causa de una frustración puntual para evitar que lo que nos impide la
satisfacción o el bienestar, lo siga haciendo” (Juan José Albert, Ternura y agresividad). Se trata
entonces de un impulso natural de autodefensa, presente en todo ser vivo, y de
carácter puntual: cuando el objeto o situación frustrante desaparece, la rabia
debería desaparecer, también.
La
rabia no comporta un carácter de destrucción, si no, insisto, de movimiento, la rabia es la energía que
me ayuda a levantarme cada mañana y caminar, ir al trabajo, a la compra, etc. y
solucionar aquello que me genere malestar o displacer, para así volver a la
situación de relax original.
DOLOR
El
dolor emocional no es tan distinto del dolor físico: ambos se presentan como
reacción a una herida. Se trata de una emoción “de repliegue”, que invita a la
reflexión y que en muchos casos facilita la despedida. Es por esto que, para
hablar de las emociones básicas, prefiero trabajar con el término dolor antes
que el de tristeza.
El
mecanismo inmediato corporal ante el dolor es el de la contracción: el cuerpo
se retrae sobre sí mismo, contrayendo los músculos asociados en un movimiento
de auto-protección, llegando incluso a cortar la respiración a nivel abdominal,
mientras el sistema nervioso da cuenta al cerebro de la causa del dolor y éste
se prepara para reaccionar.
Como
una de las emociones relacionadas con el sub-impulso tierno, el dolor nos
permite conectar con una necesidad concreta de cuidado: el sostenerse a uno
mismo y atender al cuidado de la herida. Por tanto, el dolor tiene una cualidad
de contacto íntimo, de respeto por la propia herida, un silencio doliente, acompañado de una cierta calma
y alivio.
TERNURA
Si
para el sub-impulso agresivo es la Rabia la emoción más carácterística, para el
sub-impulso tierno resulta claro que será la Ternura.
La ternura se
define como la capacidad que uno tiene de cuidarse a unx mismx, esto es, de
darse a unx mismx lo que necesita. Unos hablan de amor incondicional o amor
duradero, y lo cierto es que en la medida en que nos damos cuidado, atención y
afecto, nos estamos amando. No es
casualidad que, tradicionalmente, en el arte se represente la ternura como a
una madre acunando a un bebé, representación gráfica de lo más frágil de
nosotrxs mismxs, algo que evidentemente hay que cuidar y atender para que
crezca y se desarrolle.
La
medida de nuestra ternura es también la medida que tenemos para la ternura
hacia el otro. Sin un atendernos y un cuidarnos a nosotrxs mismxs, no podremos
estar disponibles para cuidar a los demás. Sin embargo, muchos creen que la
abnegación, la resignación y el desatenderse a uno mismo a favor de atender a
otro es un signo de amor. Entonces, si no nos cuidamos, ¿durante cuánto tiempo
más podremos estar disponibles?
ALEGRÍA
La
alegría es una de las emociones llamadas básicas, definida como un estado
interior luminoso, generador de bienestar, con altos niveles de energía, y que lleva al contacto, a acercarse a los
demás.
La
alegría, por tanto, pertenece al grupo de las emociones relacionadas con el
sub-impulso agresivo, dado su carácter extrovertido y de fácil conexión con el
entorno. No se trata, en este caso, de que uno obtenga necesariamente del medio
algo que satisfaga una necesidad, si no que la alegría nace ya de un estado de
satisfacción interno, y así, es el individuo el que pone algo de sí en el medio.
MIEDO
El
miedo es una de las emociones relacionadas con el sub-impulso tierno, y que nos
da cuenta de los peligros con que nos podemos topar y que pueden poner en juego
nuestra supervivencia.
Es
una emoción primaria pues la compartimos con los animales, y se desarrolló para
mantener un estado de alerta ante peligros como depredadores, accidentes o
trampas mortales. Ante una situación de miedo, el organismo reacciona
segregando adrenalina, hormona que aumenta el riego sanguíneo y nos prepara
para dar una respuesta al peligro: el enfrentamiento o la huida.
Una
relación sana con el miedo lo incluye como una emoción más en el proceso
diario, sirviéndose de él como una herramienta de cuidado, sintiéndolo cuando
aparece como reacción a un estímulo tenido como peligroso y soltándolo cuando
la situación amenazante ha terminado.
EROTISMO
Para
empezar, he de aclarar que el Erotismo no es una emoción. Se trata, más bien,
de un estado, el estar erotizado, y
si acaso estaría relacionado emocionalmente con el Deseo. Sin embargo, desde el
comienzo he incluido el Erotismo dentro del espectro emocional a trabajar dada
la represión generalizada que tenemos en nuestra cultura de su expresión y
hasta sentimiento, considerando oportuna una mayor observación de lo que con él
nos pasa.
¿Qué
es el Erotismo? Albert Rams nombra el erotismo como un impulso que engloba la
sensualidad, que a su vez contiene la sexualidad, que a su vez contiene la
genitalidad… y al tiempo, es mayor que todas ellas: una función expresiva y
creativa de nuestra energía vital. Como tal, tiene además la cualidad de poner
en contacto nuestra parte tierna con nuestra parte agresiva.
Desde
el nacimiento y a lo largo de nuestro desarrollo, atendemos a la erotización de
diversas zonas erógenas en el cuerpo: la boca (fase oral), la región perianal y
los esfínteres (fase anal), los genitales (fase fálica) y el resto del cuerpo
(fase genital de la personalidad). Algunos autores señalan que la primera
sensación erótica en el ser humano está en la piel lo que incluiría una
primerísima y potente sensación erótica desde nuestra fase intrauterina.
Posteriormente, y a medida que se va desarrollando nuestro sistema nervioso y
endocrino, entran en juego la racionalización y la fantasía.
Está
ampliamente demostrado que la buena relación con nuestro erotismo participa del
buen desarrollo de nuestro impulso epistemológico, esto es, nuestra curiosidad
natural y nuestro deseo de conocimiento, con todas las implicaciones que esto
tiene para la educación.
...
Por
último, me gustaría señalar que es necesario tener en cuenta que las emociones
no se suelen presentar “puras”, sino asociadas a otros procesos y en conjunción
con otras emociones. Por tanto, el trabajo emocional es una invitación, un “ir
hacia” la emoción en cuestión, sin perder de vista el resto de condicionantes.
Me gustaría que estos humildes apuntes teóricos sirvan para mostrar la base sobre la que camina Teatro Emocional. A menudo pensamos que hay emociones "buenas" y emociones "malas", que las hay "positivas" y "negativas" o incluso "tóxicas". Si acudo con el prejuicio de que cualquier emoción agresiva y descubrimos que la alegría lo es, ¿qué me ocurre? Si veo que tanto el dolor como el miedo son, en realidad, emociones tiernas, ¿qué pienso? ¿Y si descubro que la rabia me ayuda a solucionar mis dificultades? ¿Que el erotismo está directamente relacionado con mi creatividad? ¿Que el miedo me ayuda a protegerme?... No hay pues, emociones "buenas" o "malas", lo tóxico o sano, en este caso será cómo yo viva mi emoción.
Juego de Roles y
Dramatización liberadora
Nos
recuerda Eugenio Barba, uno de los grandes antropólogos teatrales del siglo XX,
que nuestros ancestros “acudieron al teatro como se va a un desierto: a meditar
sobre ellos mismos” pero “también para crear un lugar diferente de los demás,
[..] en el que instaurar nuevas reglas de vida. Una isla de libertad”. A través
del laboratorio que es Teatro Emocional,
uno puede comenzar a conocer y re-conocer en él su tránsito emocional: cómo es
para cada uno tal o cual emoción, cómo la vive, cómo la disfruta o la sufre, la
expresa o la bloquea y, al ensayarla, darle espacio a nuevas formas, nuevas
maneras de vivirlas.
Una
de las técnicas teatrales más potentes a la hora de aprender estos “nuevos
modos” para gestionar lo que hasta ahora se ha hecho de manera mecánica o
inconsciente, es el trabajo con el personaje,
bien sea éste ajeno a uno, o nuestro propio personaje, es decir, nuestro yo,
tomado como un personaje.
Aquí
entran en juego los roles, es decir,
las diferentes pieles que nos podemos poner en un juego teatral. En el Juego de
Roles uno puede experimentar con papeles completamente opuestos a lo que unx
cree que es, a su carácter o modo habitual de comportarse en la vida. Esto es:
si yo me identifico como una persona alegre, agradable y tierna, puedo
experimentar, por ejemplo, cómo sería yo triste, cómo desagradable o cómo
rabioso. Darme permiso para explorar partes desconocidas o no permitidas me
ayuda a liberar bloqueos y, por tanto, a expandirme, ampliar mi modo de ver y
relacionarme en el mundo.
¿Y en la
educación?
Como hemos visto, las sesiones de Teatro Emocional son experiencias vivenciales. Esto quiere decir
que, más que un aprendizaje teórico, uno se lleva una experiencia que puede
luego integrar a su vida, a su día a día.
A la hora de aplicar los ejercicios de Teatro Emocional a la práctica, con los
alumnos, uno no cuenta con un manual que le diga qué es recomendable hacer en
tal o cual ocasión. Con lo que se cuenta es con nuestro guía interno, una
referencia incontestable que nos dará la respuesta a seguir ante la situación
que nos encontremos. Claro que este guía interno necesita de un entrenamiento y
una confianza, que precisamente se irá desarrollando y alimentando a medida que
se entrene.
Ante un alumno con un problema emocional, lo que cuenta
como educador es mi actitud, antes que la eficiencia de la respuesta que le
pueda dar. Esto quiere decir que si yo tengo una dificultad a la hora de
expresar mi miedo, y precisamente me encuentro con un alumno con la misma
dificultad, probablemente mi propio bloqueo dificulte todavía más el proceso.
Por eso es imprescindible mi experiencia personal, mi
propia travesía a través de las emociones, y el atender a mis necesidades con
la mayor falta de prejuicio posible. Este camino recorrido facilitará que yo
pueda acompañar al otro en su propio camino, más como un apoyo que como un
“solucionador”. El solo hecho de estar disponible, abierto y sin prejuicio ante
lo que me puedan exponer, ya es un apoyo sustancial a aquél que tengo enfrente.
Una vez tengo este registro, puedo proponer los ejercicios
y dinámicas que crea convenientes: movilizaciones corporales para trabajar la
rabia, ejercicios grupales para fomentar la integración, dramatizaciones para
liberar complejos o juegos de roles que sirvan para ir atravesando la vergüenza
poco a poco, todo dependerá de las necesidades de aquellos con quienes se
trabaje, así como de mi propia disponibilidad e imaginación.
Bibliografía
- Teoría e práctica da interpretación, Alison Hodge (Ed.). Editorial Galaxia, 2003.
- Os camiños do actor,
Josette Féral. Editorial Galaxia, 2004.
- Terapia Gestalt, la vía del vacío fértil, Francisco Peñarrubia. Alianza Editorial, 2010.
- Ternura y agresividad, Juan José Albert. Mandala Ediciones, 2009.
- Carácter y neurosis,
Claudio Naranjo. Ediciones La Llave, 2010.
- La locura lo cura,
Guillermo Borja. Ediciones La Llave, 2006.
- Infancia, la edad sagrada, Evânia Reichert. Ediciones La Llave, 2011.
El facilitador
Iván Fernández
(Lugo, 1976), graduado en Arte Dramático (ESAD de Galicia, especialidad de Dirección de Escena y Dramaturgia), formado en Terapia Gestalt en GUIBOR (Santiago de Compostela).
Formación específica a cargo de Juan José Albert, Francisco Peñarrubia, Albert
Rams, Assumpta Mateu, Mario Buchbinder, Marisé Barreiro, Ana Vallés.
Psicoterapia Integrativa, Programa SAT (Fundación Claudio Naranjo).
Miembro
adherente de la Asociación Española de Terapia Gestalt, AETG.
Terapeuta
corporal por AGAMA (Vigo) y Body Therapist por Steiner Ltd. (Londres).
Actor,
autor, director y profesor de teatro desde 2000 (Universidade de Vigo, Teatro
Espido). Formación en Pedagogía Teatral (Encuentros en el Norte), en Teatro
Social para la Igualdad (Teatrosfera), Danza Contemporánea y Teatro para la
Vida (Estudio Corazza para el Actor).
Creador y profesor de Teatro Emocional y del Laboratorio de Improvisación
Terapéutica, co-facilitador de los talleres de En-Movimiento, talleres de
autoconocimiento transformador a través del Teatro, la Improvisación y el
Movimiento. Colaborador de la Fundación Barrié de la Maza (programa Filosofía
para niños), de la Asociación Filantrópica de Inclusión Social Activa Boa Vida
(programa de Habilidades Sociales y Gestión Emocional), FADEMGA Plena Inclusión
Galicia y del Servizo de Formación do Profesorado (Seminarios de Educación
Emocional) de la Consellería de Cultura, Educación y Ordenación Universitaria
de la Xunta de Galicia.
© Texto creado íntegramente por Iván Fernández para Teatro Emocional. Queda prohibida su reproducción total o parcial sin el permiso expreso del creador.
Genial. Me ha encantado. Supercompleto. Gracias.
ResponderEliminarMuchas gracias, Antonio.
EliminarExcelente informe, muy bueno lo desarrollado en Teatro emocional! Muchas gracias.
ResponderEliminarMuchas gracias a ti por tu comentario.
EliminarHola, soy maestra de teatro a nivel intermedio, en escuela pública, en Puerto Rico. Encuentro su trabajo excelente y quería saber si podría utilizar parte de esta información de forma didáctica en mi salón de clase. Estoy trabajando con mis estudiantes la importancia de las emociones básicas y como desarrollarlas en el actor. Gracias anticipadas.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu interés en mi trabajo y en el desarrollo de Teatro Emocional. Sería muy importante para mí saber cómo quiere usted desarrollar esta información y estaría encantado de conocer más sobre su proyecto. Puede contactarme por privado en teatroemocional@hotmail.com. Un saludo.
Eliminar